“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

jueves, 25 de septiembre de 2014

Esta tierra muerta.


Existe la tierra firme y luego esta otra que nos crece bajo los pies. Esta tierra movediza de la incógnita, toda creciendo a la vez que nos crece el llanto, que se hace rojo con la intensidad de toda la sangre, color rojo amapola encendido. Con la locura que tiñe el sueño no deseado, rojo párpado apretado. Existe esta tierra otra, crecida sobre el cuerpo, tejiéndonos los músculos. De espera anunciada, de otoño adelantado. Esta tierra única que vive eternamente y nace cada día. Esta humedad que sube las paredes y va ahuecando de amarillo hasta el espejo, que crece amarillo debajo de la piel y lo enferma todo. Las mañanas se vuelven de madera con la opacidad que encierra el desentendimiento. No comprender el ritmo del latido y sin embargo el latido, indiferente. La pelea en la sombra del ánimo, las formas renovadas que nos suenan. Avanzar en círculos, circular estático y luego este infinito tan escaso. Esta esterilidad sembrada que crece con la blancura azul de un químico. Este azul saturado, esta sangre equivocada que lo tiñe todo. Este blanco inmenso. Esta suciedad de blanco, este amarillo de nuevo. Esta inmensidad creciendo en gris, crecimiento de ceniza. Existe la tierra firme y luego esta otra que se está acabando.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Podemos meter la inmensidad en un vaso,
coger el vaso, llenarlo entero de humo,
acabar con la inmensidad dentro del vaso,
dedicarnos al presente:
preguntar ¿estás cansando?,
preguntar ¿tienes miedo?
Podemos retroceder hasta mañana
sentados frente a frente
sosteniendo este silencio nuestro.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Vuelve la palabra cáncer

Recogemos la palabra cáncer con la imposibilidad en las manos, 
recogemos el color amarillo y el derrumbe, 
asistimos de nuevo a la palabra cáncer
que crece en el pecho y se propaga.
Recogemos la palabra enfermo
y no sabemos cómo guardarnos de ella, 
es una palabra que crece y tiñe la rutina de otra cosa.
Recogemos la palabra náusea y la palabra cáncer
que en realidad nos recogen y nos habitan
y crece la palabra muerte y su posible
y crece la historia interrumpida.
Recogemos la palabra vida y no sabemos
dónde colocarla ahora.

jueves, 11 de septiembre de 2014

6 de julio, de 2014. Otros seis y mi madre cumplen 55. No voy a poder hacerla feliz, ni regalarle  un perfume. Pensar la frase al completo me asusta.

Desde hace unos meses me ha devorado, el caos
desde hace unos
meses he dedicado mis días a morderlos
tan continuamente
como se muerde la sábana que implica
las horas, pero no con ganas de
 mantenerme debajo dejando las cosas sucederse
sin mí
desde hace unos meses.
He dedicado mis mordiscos a la gana tanto que
no he podido
morder, ganar
la página de un libro,
morder o ganar
la calma de la compañía,
morder
la calma sola, la cama solamente una tortura
desde hace unos meses,
morder los días como si no supiera que llegan a pasar
y empiezan otros. Que llega mañana, mañana
otra vez.

21 de julio de dos mil catorce

Estaba equivocada, la felicidad es otra cosa, los regalos son
inesperada acción.

23 de julio. Ya es miércoles otra vez.

Que nadie te escuche susurrando
su nombre
de metal escondido en las entrañas,
que el ojo de buey cierre definitivamente sus puertas que
no pase más el agua ruidosa,
que no pase más
que nos morimos.
Hoy no has llamado, en cambio
conozco tu edificio como la palma de mi miedo. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Los pájaros se tiñen de amarillo cuando empieza septiembre.



Estás enferma
Amanece y sigues estando enferma
Es una enfermedad de locos que crece con el avance de los días
y te niega el aire a los pulmones
la correcta inclinación de las verticales
redobla el tono frío de la horizontal y en ella te nombra
como sombra arrojada sin objeto.
Te mencionan por encima una pregunta
tú siempre contestas el ánimo, no nací bien de aquello,
pareces muy normal,
pero el ánimo, insistes abriendo los ojos grandes ante todo lo visible,
se trata del ánimo, te disculpas. Tú siempre te disculpas.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El carril bici nos devuelve la vida llena de gritos de los niños


Cuál es tu derecha te preguntas. Formulas la duda resonando, llega a caer sobre nuestro oído y ya desapareces tú, tu duda y tu pregunta. Tú comienzas a ser y a ordenarte según la norma de los hombres y reconoces que la perspectiva te cambia la dirección, casi los hombros. Que tu reflejo es tu contrario, que acaso te percibes desde arriba algo deforme y siempre parcialmente. Pasas y nos dejas tu pregunta, pasas y nos dejas ese comenzar a comportarse correctamente aquí. Preguntar ¿puedo pasar? o ¿está cerrado?, contemplar el horario de los otros, organizarte, tú, organismo, a las pautas que siempre te preceden ahora, ahora que aún se proyectan tus días de manera ordenada, que lo más cercano al tedio es un verano, ahora que te ordenan tus mañanas en largas horas de piscina.
Y yo que nunca pude aprender a nadar, te observo. Sirena de ciudad, renacuajo adelantado. Y yo que no he sabido ordenar te miro, ordenadamente, de arriba a abajo.

martes, 2 de septiembre de 2014

He oído que hay niños que viven la cárcel sin conocer la cárcel.

Piranesi, grabado



He oído que hay niños que viven la cárcel sin conocer la cárcel. Que la intención y el autoengaño los sobrevive, que cuando oyen la palabra reclusa y comienzan a desperezar las letras para formar la palabra penitenciario aún quieren creer que viven una historia diferente. Quiero pensar qué viven realmente esos niños, si salen correteando como a un parque alejado y lleno de detectores de huellas dactilares, dime niño si puedes con tu ansia circular de vida llenar una habitación de visitas de historias del viejo ártico, dime cómo puedes creer que eso es un médico especial, dime niño como puedes aún sonreír, siendo tan viejo.

Qué es una reja para ti, si es tu costumbre. Visitar a tu padre o a tu hermano, visitar a tu madre sin tocarla, comenzar a decir abrazo sin dar abrazo, comenzar a bailar para ellos y su sonrisa, de dónde sacas la fuerza para sostenerte en los engaños. Cuando vuelves a  casa y ya no están ellos, por qué han elegido ese sitio de verjas te preguntas, de puertas enormes que no se abren,  dónde quedan los otros niños que te cruzas, cuál es ese lugar donde lloran los adultos sin quererlo. Por qué debes esperar junto con otros, a que se abra la puerta en el horario de visitas, ponerte serio, cogerle la mano a tu hermano, que ya eres mayor, haz que se note.

Dime cuándo se te volvió el rostro color amarillo macilento, cuándo aprendiste a guardarte la náusea para el recreo, cuándo comenzaste a sustituir la risa por un silencio de muerto.
De esa inyección de mentira vive el padre, esa inyección de contradicciones forma al hijo, mientras el tiempo pasa demoliendo los años, y el niño se hace grande y el centro de trabajo no puede ser ya más un centro de trabajo, la excursión ya no puede mantenerte inmerso en la alegría, las vallas crecen por tres veces tu tamaño, y ahora las distancias cobran significados, los funcionarios te han visto crecer y en cambio, parece que nunca te hubieran visto.

Dime hijo de cárcel cómo se lleva nacer con el corazón pleno de instancias, oír la palabra permiso sin ser tú el castigado, la dosificación de los abrazos, la manera de crecerte a distancia de la sombra de tus padres. 

Niño que no eres huérfano ni eres tú deudor de nada. Cómo crecer con el hueco entre los sábados, como aguantar el domingo sin llenarte las manos a cabezazos. Mantener un juguete sin morder, mantenerte de pie, cada mañana. Ir al colegio, volver.

Y cómo es la cárcel desde dentro del interior de tu madre, cómo sin la calidez del hogar, acaso es hogar la cárcel cuando lo habitan los embarazos, se vuelve suave el aire, se redondean las aristas del rostro, contagias niño sin haber nacido ya, la ilusión de lo nuevo, la esperanza de lo otro, la conciencia de la vida por encima del encierro, bajo el cielo de todos.  Dime niño que creces cómo puedes seguir haciéndolo, dónde dejas las raíces, dime que puedes volar al menos, de habitación al patio, del patio hacia el extranjero, dime. Dime niño de hierro.


He oído también que naces con el número de pañales racionados. Ni uno más ni uno menos. ¿Aprendes a adaptar tu mierda al presupuesto?