“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

viernes, 24 de julio de 2015

He probado a escribir y no he escrito nada.


Fotografía de Abel Azcona


He probado a escribir miedo en el vientre.
Se ha tejido un enjambre en mi memoria.
He probado a mirar blanco,
a correr gris,
a esconderme amarilla en las paredes de antes.
He probado a escribir miedo en el vientre,
he probado a escribir muerte en el miedo,
muerte en el vientre,
miedo de vientre.
He probado a escribir y no he oído nada.
He probado a mirar y sólo niebla.
He probado a sentir y ya no tenía brazos, y ya no tenía ojos
y ya no tenía
cuerpo, ni boca,
muerta la garganta y sólo quedaba el vientre,
vientre de nadie,
vientre de no.

jueves, 23 de julio de 2015

Que tú eres nada






Que tú eres nadie, nada.

Tengo que buscar, dame
un abrazo,
dame tu mano,
no queda el olor de tu sombra
-brote de locos, alma de nudo,
corazón-
y tantos gritos -lo sé-
y tantos miedos -claro que lo sé-
y en la garganta una enredadera
y en las costillas un enjambre de abejas,
ese panel que nos separa.

Cultivando el no -ahora no,
no me mires, ya no,
no me alcanzas,
ya nunca-.

No habites,
maquilla la habitación de recuerdo,
y ya no hay nada
y no eres nadie.

Ausencia de calendario

Hay cosas a las que se coge cariño, cosas en principio asquerosas o desagradables que con el manto de la cotidianidad y su insistente repetición, le conforman a uno la vida, como pequeñas teselas de datos en los que no se repara. Las manos de mamá con el cigarro, tiñiéndose el dedo de amarillo azufre, papá moviendo la dentadura y deformando su cara al hacerlo, como si tuviera una boca de juguete que no se decide a estar. Y el abuelo, el abuelo echándose a hablar sin dejar de tocarme el hombro, tanto molestaba. 
Y el recuerdo de la bruja, de la ceguera de la bruja que andaba por el pasillo tentando el recorrido por la pared, la mancha oscurecida de sus manos diarias sobre el gotelé, sus manos comiendo conejo, tan pegada la piel al hueso y la arruga, con las articulaciones tiesas de maldad.