“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

sábado, 28 de junio de 2014

De derrotas tópicas o épicas versa el tiempo

De derrotas tópicas o épicas versa
el tiempo.
Siendo.

Sobre el problema que da a la gente el poema del Ser.






Nunca he entendido el combate por ser de un sitio o de otro, si siempre se es y se está participado por el resto.

No me conformo con reducirme a una proclama porque se me exija desde un lugar o desde otro.

No soy diestra o zurda, sólo he cogido siempre el bolígrafo con la mano derecha como si fuera zurda, pero sin serlo.

Cosas que soy y he sido que me han sido señaladas por otro, pero no impuestas.

Lo contrario no es lo opuesto y una opción conlleva el rechazo de otra diferente y por ello la incluye.

Por eso no entiendo la afirmación, a secas, ni la de sí porque yo lo digo, ni la de no, no es no y punto.

Qué pasa con la afirmación. ¿Qué dice qué, la afirmación?

No entiendo porque solo entiendo. Todos somos matices: si puedo acceder a una matriz para ver qué diferencia hay dentro de lo semejante, si entiendo que se avanza solo pero con compañías que cambian y nos cambian, que hay un a priori tan indivisible como partido, que en un acento y en el acuerdo de una ortografía para enriquecer se da el mundo, cómo entender entonces la necesidad de iniciar un cambio por nombrarlo diferente, si el cambio no se entiende o el nombre te confronta en vez de enfrentarte a la diversidad, real e inaprensible.

Que existen colores luz y los de la sangre y sus estadios. Eso me salva.

Dicho esto, será porque llevo toda la vida contestando que somos parecidas- sin que intervenga una segunda personalidad en este hecho, sino directamente una persona de entidad ajena al tiempo que simultánea, procedente del mismo origen y de casi el mismo lugar y de casi el mismo nacimiento, pero con el matiz imprescindible del casi- pese a la afirmación rotunda y popular de ser igual a otra… Será por eso que me quiero defender en genérico y pronunciar en particular de quien quiere definirme como colectivo y reclamar una igualdad, sin más, que no comprendo sino como herramienta de lenguaje.


Será por eso que nunca he entendido los absolutos y que lo que era visible me haya sido señalado y que lo que es visible es interpretable sin necesidad de conocer su origen como algo incorrecto o correcto, será que he tenido que deshacerme de un uniforme desde antes de entender que era estar desnudo y que poder curvar la línea de la semejanza en el símbolo de igual es tan necesario como prescindible según el sentido.

En cambio, mi hermana, idéntica, decían, ha pensado en qué estaría pensando yo y hemos vivido simultáneamente hechos en los que en absoluto coincidimos, desde el recuerdo o desde el abordaje presente.


Será porque siempre he sido intermedia que nunca he entendido un punto medio como una mitad, que para cada refrán hay un refrán contrario y en eso se salva un argumento, que en cada elemento hay una intensidad, y que lo tenso está refiriendo a un segmento, que en eso entra el mayor que y el menor que y todo al mismo tiempo.

Que predecir no es proceder aunque a veces coincida lo sospechado con lo hecho.

Sin que sirva de precedente, mi procedencia es la misma, pero no igual, y en mi pequeña descoordinación, como un reloj puesto a funcionar al tiempo que otro en un mismo lugar del mapa, o aproximadamente en el mismo lugar, digo que no hay nada de ganar o perder, solo derrotas, pero que sin dichos términos no se podría decir mejor o peor.

De derrotas tópicas o épicas versa el tiempo.

miércoles, 25 de junio de 2014

Promesas del este, o no

Inicio el blog como promesa de inicio.
Como tentativa o tanteo de queja.
Como amenaza de un pompero lleno de futuros círculos de jabón.
Borrón y blog nuevo.
Quinto, sexto, noveno blog, no lo sé.
He perdido la cuenta.
Blog de observación, en cualquier caso.

Uno de esos que contienen el mundo que se desea, con toda la gangrena de una media utilizada como arma y provocadora de asfixias.

Inicio un escrito sin odio o espíritu mezquino, pero que quiere mirar los mundos. Queda así advertido que este cuaderno de campo -pues es desde el campo más absurdo donde escribo- puede contener dolores visuales y desánimos coetáneos dadas las circunstancias reflejadas.

Peligro, puede que se olvide la literatura, las formas, los miedos.

Intentaré, y en ello se basa mi premisa, no perder la elegancia que el hambre le aporta a las formas.



Andrea López Montero. Pesos