“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

domingo, 22 de febrero de 2015



He soñado que tenía la boca llena de tierra,
que un ejército de caracoles me crecía en el pecho,
he soñado con una ardilla azul que se desprende del cielo y cae,
he soñado con cien manos hablándome en silencio.
Los árboles se han coloreado de arcoíris
y les brotan palabras esdrújulas con flores de diéresis.
He intentado despertar
y me he caído en un laberinto de espejos,
he vomitado luz y los reflejos han inventado figuras nuevas.
En todas las esquinas hay pájaros amarillos que colorean el sueño.
El sueño está amenazado por tormentas
y la boca sabe a tierra,
el ejército de caracoles abandona mi pecho.
Mi madre me ha soñado esta noche y por eso existo,
mi madre me sueña cada noche y por eso existo,
qué pasará con mi cuerpo cuando despierte.
Hay un tiempo de madera que crece en círculos concéntricos,
y duele
el intenso deseo de quedarse aquí,
en este tiempo de olor y ramas,
en esta niebla que juega a dibujar a capricho algunas formas
y disuelve otras en su espesura,
se puede adivinar,
se debe,
la arquitectura del silencio
en este tiempo gris de ojos cerrados

viernes, 6 de febrero de 2015


No tengo recuerdos de mi casa,
sólo tengo recuerdos de mi ausencia de casa.
Dónde está el lugar para esconderse,
mi memoria guarda incendios de días olvidados,
mi memoria guarda trescientos abecedarios y un palabra que se repite:
casa,
casa o ausencia de casa.
Sueño inmensas escaleras que abren puertas para esconderse de los colores,
para cerrar los ojos ante la luz continua que lo quema todo.
Tengo un arañazo en el vientre,
tengo un arañazo que indica la abertura a lo imposible,
me araño cuando el No lo llena todo
para encontrar una respuesta dentro,
pero no hay nada,
queda el espejo vacío que me refleja arañándome,
quedan los dientes apretados,
algo de sangre
en la comisura
de los labios.