“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

domingo, 9 de noviembre de 2014

a Cortázar

Historias de cronopios y de famas.

Sorpréndeme con instrucciones para el miedo, para el canto, para el llanto. Dime como oír “un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo” . Quiero oír la luz, el corazón de una polilla, la humedad del ojo, oír la textura de la nieve, el crecimiento de una rama, escuchar el funcionamiento de la sangre, la sombra arrojada, el amarillo que pudre. Quiero aprender a cantar lo que oigo, a soñar lo que ignoro, a construir un enero de árboles desnudos y tocar el ala de un pájaro para acercarme al vuelo.Cuéntame “hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes” Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo y estamos todos en el ladrillo de cristal”. Dime que no sospechan mi escucha, mi búsqueda de sentido en la conversación de otro, mi percepción de las distintas direcciones a las que no puedo aportar reconocer un destino, cuéntame la historia de aquel anciano, qué ha soñado esta noche, a qué se ha dedicado, cuánto miedo ha tenido a envejecer, cómo afronta el reuma que le reduce el paso.

Enseñamé a “extraer de los sordos metales del suelo la nomenclatura de los ríos subterráneos” y recuérdame “no pedir ayuda a nadie, nunca”. Enseñamé a irme huyendo de los pasos, sin que suenen, a confundirme con los adoquines, con el agua vertical de la lluvia, a cazar moscas con palillos chinos.

noviembre

Vamos a ser sabor de pan,
un ejército de monstruos voladores
agradecidos
huéspedes del tiempo azul
con rodillas sucias, 
vamos a seguir las instrucciones mudas
para salvar la vida
para negar la herida y suturarla,
cultivar el perdón de los solitarios.
Existe la posibilidad, existe
la casa.
Vamos a ser salvados.