“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

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viernes, 3 de abril de 2015

La cárcel, mamá, la cárcel.





Ocurre que llegan las hienas por las noches
hambrientas de tu sangre,
ocurre que te buscan y las sigo agazapada y te buscan.
Las sigo siendo sombra, silueta, puñal, cuchillo,
no puedo limpiar las rodillas sucias de buscarte.
Hay cien mil nudos cerrando las pestañas,
hay un silencio hondo,
no puedo abrir los ojos,
no puedo abrir
las manos,
no puedo.
Cien mil escaleras frente al muro,
regalarte las ventanas sin barrotes, devolverte
la horizontal
a los ojos
el horizonte
a la vida.
Llamarte mamá, llamarte y no pensar cáncer ni cárcel ni huida
y no pensar.
Sólo tus ojos
con el derecho
al horizonte.

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