“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

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martes, 9 de diciembre de 2014

Trazas del castigo de fuego




Aleksandra Waliszewska





Hay macizos rocosos con forma de cráneo. Existen las leyendas. Desobedecer implica riesgos. Hay macizos rocosos con forma de cráneo y en las órbitas de la calavera se halla el escondrijo. Las imágenes esdrújulas producen monstruos.

Desobedecer conlleva un castigo.

El catálogo de indicios supone un abismo, el vuelo de una mosca está sujeto a múltiples posibilidades, el fuego ilumina mientras oscurece su origen, la nieve fría nos quema los párpados.

Existe el océano amplio y existe la pérdida. Perderse en el azul. Perderse, desaparecer.

Las oficinas policiales acumulan múltiples pérdidas, fichas de desaparecidos, algunos de ellos niños.

El mundo es amplísimo y los secretos enormes, a veces la vida sucede por capricho como sucede la muerte
.
Hay un lugar donde viene a vivir la desobediencia. Todo empieza por el fuego. Por la chispa, ese es el indicio. Niños, si miráis las chispas que crea el soldador os quedaréis ciegos. Si miráis esas trazas de fuego, apartad la mirada, inconscientes, perderéis la vista. Desobedecer implica riesgos, el océano amplio, el azul, la pérdida.

Han encontrado una isla donde no sucede el tiempo, han encontrado una isla donde viven niños ciegos, que sólo perciben la intensidad de la luz, que sólo pueden ver una última imagen de las llamas, niños que han estancado su crecimiento en el instante, no recuerdan cómo llegaron allí, algunos de ellos llevan muchos años desaparecidos pero no crecen, viven en la cuenca del ojo de una montaña con forma de calavera, encienden hogueras y se sientan a observarlas porque es el fuego lo único que pueden ver, tienen el corazón caliente y la sabiduría de la tierra. Son el indicio y el origen, porque existen, las leyendas.

Desobedecer conlleva un castigo.

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