“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

“En la posguerra comíamos gatos y estamos a punto de empezar a volver a hacerlo” digo, como título

sábado, 16 de agosto de 2014

Creo que tengo frío creciéndome en las entrañas, me pregunto de que color pinta el hielo este encogerse de dolor, este miedo de abrir los ojos y encontrarme conmigo. Creo que tengo miedo y es frío y crece y cristaliza y a veces salen llantos que están muy fríos y a veces tirito y es agosto


Aquí está la casa donde fuimos
algo más que una casa, otra cosa
que despertaba al aire en el pasillo
que sentaba la silla en su respaldo.
Aquí, en esta foto, está esa casa
donde fuimos un círculo desecho
pero circular al fin y al cabo, la casa
donde se tejieron mañanas de lectura
y nocturnidades con cuerdas de guitarra.
Aquí está el recuerdo desinfectado del dolor de entonces
del hedor a viejo obligatorio, del pasar
indemne del pasar indemne del recuerdo
del recuerdo de ninguna
casa, de esa otra casa.


II


Hay arquitecturas silentes llenas de gritos
que suenan como intuiciones para los cuerdos,
espacios hechos de escala, calculados
para un tiempo donde nada discurre,
sólo continúan pasos de sordos,
mudos de vejez anticipada,
aguas de nadie, enfermos sin ojales para cerrar su casa
para guardar su hoguera.
Acudimos llamados por la prisa
a ninguna parte
y luego nos asusta el silencio que hemos reclamado
pacientemente.


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