Ella me ha escrito esta semana. Dice que por primera vez ha
podido estar sola. Ese es el encierro del encierro, el encerrarte con la
compañía no escogida, ese es el castigo. Obligarte a los otros. Dice que el
lugar es como una parálisis de esperas, que el denominador común es el tacto,
que se acostumbra la queja a la parálisis, que el sentido de estar pasa por
desaparecer para los de fuera y padecerte entera, siempre acompañada por los
delitos de otros.
Quien pasa el corredor es ya un loco. El familiar que te
visita deberá dejar todos sus datos, incluyendo el lloro, a disposición de la
administración. No hay humanidad para el culpable, ni para el círculo que lo
sufre.
La complicidad se transforma en complicación, los ojos pasan
a ser las manos y todo el cuerpo está para otro cuerpo, cada sílaba cuenta
con una melodía nueva, cada pestañeo quiere decirlo todo. Salvadnos de
nosotros. Pretended luego la locura. Dice que sólo están para la parálisis.
Para la espera. Ella cuenta el tiempo pasando hilos, pero cuenta. Contar ya es
una actividad que nos libera. Digo uno y puedo incluso buscar el uno en cada
idioma. Saber decir uno, saber decir yo. Resulta que hay idiomas. Dar cinco
vueltas al patio y una sexta, mañana dos más. Y ya he dado cinco vueltas y ya han
pasado tres meses, casi son cuatro meses y comienzo a poder estar sola, dormir
sólo a la hora de dormir, medrar con el mundo desde otro sitio, desde el
reconocimiento.
Generar hábito es generar alimento. Es importante quererse
cuidar. Hay que hacerlo. Para hacer hay que empezar por hacer, algo, lo más
pequeño. Dibujar cien letras un día, la misma letra, el mismo día, escrita cien
veces, recuperar el tacto del bolígrafo para acercarnos por carta, el
tacto del papel sobre el que escribo. Recibir tu regalo, el tiempo y el
momento, recibir tu horario, tu soledad, toda, de regalo. Se empieza por escribir la fecha. El sitio.
Es importante el sitio, pudiéramos incluir la temperatura. ¿Dime si huele a
algo? Aquí solía oler a ti, ahora hiede tu ausencia. ¿Se pierde, al ser
almacenado, el sentido del gusto? Te clavan los recuerdos con cuentagotas, por
vena, directos. Para que te minen el resto de la vida. A eso lo llaman
reinserción. Volarte la vida entre sospechas, a eso le llaman investigación.
Pensamos la soledad cuando podemos correr más deprisa, cuando más rodeados estamos, más libres. Pensamos cuando podemos pensar la soledad, pensamos la enfermedad estando
enfermos. Cuando uno persigue la cura, piensa y dice no, cerrando los ojos tan fuerte que trae ese dolor de puntos blancos sobre el
negro todo, dolor que se busca regalando todo el gesto. Huir genera tics,
volver adentro. Cierra, aprieta más los ojos, acaba con la línea del horizonte,
tienes el cielo. Aprieta más, huir duele, a veces no es posible curarse.
Ahora corre hacia delante, no hace falta que te muevas. Sabes que se aproxima
un hacia delante, invéntalo.
Quien pasa el corredor es ya un loco. Súbete al carricoche,
pedalea entre cervezas, ya todo está inventado, hazte con tus ilusiones.
Quien pasa el corredor es ya un loco, el loco no necesita papel y boli para pedalear infiernos.
Quien pasa el corredor es ya un loco, el loco no necesita papel y boli para pedalear infiernos.
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